El
terapeuta:
“El instrumento de la psicoterapia es su
propia personalidad, su propia presencia. Cuando el terapeuta está con el
paciente, su presencia debe ser íntegra y profunda. Él es el ingrediente más
importante de la relación y de la situación terapéutica, en la medida en que
tal situación puede estimular la expectativa de alivio del paciente. Los
terapeutas más exitosos son los que tienen mejores expectativas respecto de sus
pacientes, porque le comunican esta actitud positiva. Toda interacción que
eleva la expectativa de ayuda produce el
alivio de los síntomas y mejora las disposiciones de ánimo, alivia
principalmente la ansiedad y depresión.” También su autoestima, ya que
“alguien” confía en él, en su capacidad para sobreponerse a la crisis. “La
confianza que el enfermo deprimido deposita en su médico y/o terapeuta,
desempeña siempre un papel muy importante en la prevención del suicidio.”(1)”(2)
“Se sugiere que el terapeuta se
revele ante el paciente como ser humano con debilidades y dificultades,
similares a las del paciente, si bien no idénticas. Pero ésta actitud debe ser
sincera y no debe exagerarse.” (2) (Sin hacer comentarios sobre su vida
privada)
“El hecho de que el profesional se tome tiempo una y otra vez para
conversar un minuto en forma amistosa y formal con el paciente equivale a
comunicar a éste que se lo acepta como persona apreciable y valiosa. Por el
contrario, cuando la conversación se concentra en los síntomas, se refuerza el
concepto de que el sujeto es un paciente; ello tiende a afirmar en éste la
percepción de sí mismo como enfermo y va, por consiguiente, en desmedro de su
autoestima”(3)
“Es de suma importancia la disponibilidad
del terapeuta: el empleo del teléfono como medio para facilitar el acceso
al terapeuta. Sirven para el mismo fin los servicios para prevención del
suicidio, como la línea de Atención en crisis. En estos servicios, la
intervención se centra en la escucha, los consejos y no en la acción. Se
alienta a los pacientes para que expresen lo que les perturba, por considerarse
que la oportunidad de hablar es lo mejor que se puede dar a estas personas.”(2)
“La mera presencia de la
personalidad terapéutica constituye un factor estabilizante en la mayoría
de los episodios emocionales agudos y críticos… Puede combatir la desesperación
del paciente en estado de emergencia. La emergencia aísla a la persona de la
compañía de otras, “imaginemos lo que ha
de ser el que las relaciones que más valoramos se derrumben, y que entre uno y
los demás aparezca un abismo de incomprensión irremediable cada vez más amplio
y el que hasta la estima que uno siente por sí mismo se transforme en
aborrecimiento. Precisamente contra estos temibles fenómenos (deterioro de la
autoestima, sensación de estar solo y carecer de aptitudes) luchan en forma
directa la disponibilidad y presencia del terapeuta.”(3)
“Además, el terapeuta debe tener una
aceptación positiva incondicional respecto de la persona que es su paciente.
Cuando éste experimenta la actitud de aceptación que el terapeuta tiene hacia
él, es capaz de asumir y experimentar esta misma actitud hacia sí misma. Y
luego hacia los demás. La pasividad y aparente falta de interés o de compromiso
es experimentado por el paciente como un rechazo dado que la indiferencia de
ninguna manera puede ser igual que la aceptación.”(4)
“Es necesario que el enfermo advierta que
se lo ve tal como él mismo se ve, y que se lo acepta con sus percepciones y
sentimientos.”(5)
“El
terapeuta debe tener la capacidad de salir de sí, dejando de lado los esquemas
teóricos para poder comprender lo que le ocurre en el paciente, es decir,
empatía.”(2)
“La
comprensión empática es prestar atención a
lo que está vivenciando el paciente y vivenciar lo que vivencia el
paciente, entonces se siente comprendido y contenido. Es colocarse en el marco
interno de referencia externa y
comunicar algo de ésta comprensión empática al paciente.”(4)
“La vivencia
de sus actitudes, no se da en términos de identificación emocional por parte
del terapeuta (correría el riesgo de suicidarse por identificación), sino más
bien de una identificación empática, por la que el terapeuta percibe los odios,
esperanzas y temores del paciente a través de la inmersión en el proceso
empático, pero sin que él mismo como terapeuta, experimente los odios,
esperanzas y temores.”(4)
“En la mayoría de los casos conviene
que el terapeuta adopte una actitud autoritaria, no puede ser tan pasivo como
podría serlo en los tratamientos prolongados y frente a otro tipo de pacientes,
tendrá que, en ocasiones, obstaculizar las acciones del mismo.”(2)
“Como se trata
de una situación límite e irreversible, no podemos mantenernos en una asepsia,
se debe dar un juicio valorativo frente a su intento o proyecto de suicidio.”(2)
“El terapeuta se ofrece como soporte,
donde como Sujeto deseante dice explícita o implícitamente: “NO QUIERE QUE TE
MATES”, en contraste con la indiferencia general. El terapeuta se involucra, se
implica, no le es indiferente lo que haga con su vida.”(2)
BIBLIOGRAFIA:
(1) GEIGY:
“El cuadro de la depresión”, Geigy, Argentina
(2) FUCHS,
Irene Carola: Tesis de Licenciatura: “Aproximaciones a una psicoterapia
frente al peligro de suicidio”, UCA, Bs. As,
(3) SMALL,
L.: “Psicoterapias Breves”, Gramica, Barcelona, 1978
(4) ROGERS,
Carl: “Psicoterapia centrada en el cliente”. Paidós, 1963
(5) ROGERS,
Carl : “El proceso de convertirse en persona”, Paidós, Bs. As 1981
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