“Frente a todo paciente con
riesgo de suicidio lo primero que se evalúa es si el sujeto puede
responsabilizarse con su vida o no está en condiciones para ello. Ello implica considerar quién ha sido
esta persona, quién es ahora, comparándola con los datos recabados previamente,
para hacer patente las diferencias, si existieran, y que pueden precipitar un
acto suicida. Aquí queda incluida también, la búsqueda de la parte sana e
inteligente del paciente, con la que debemos trabajar para disminuir las
probabilidades de llevar a vías de hecho los propósitos autolesivos. Paralelamente,
se debe explorar qué otros recursos en la familia y en el medio están
disponibles para evitar el intento o el suicidio de la persona”.(1)
“Al
igual que se evalúa la parte sana, debe evaluarse la parte enferma del
individuo, es decir, su perturbación mental: si está privado o no de sus
facultades mentales y si es capaz de participar de manera constructiva o no en
su autoayuda”…(1) hay que evaluar con qué factores protectores cuenta, como
estar satisfecho con lo que hace, etc..
“Luego de
este análisis entre quién era este sujeto y quien es ahora, en este momento de
riesgo, se pueden dividir las personas potencialmente suicidas en tres
categorías:
· “Primera categoría: Personas
imposibilitadas de hacerse responsables de sus vidas. En esta categoría se
incluyen a los que tienen muy pocos motivos para seguir viviendo”,…(1) (que
tienen muchos de los factores de riesgo ya mencionados en entradas anteriores).
“Los individuos portadores de enfermedades psiquiátricas graves como la
esquizofrenias, los trastornos del humor, la depresión y el alcoholismo
complicado; los dementes y retrasados mentales moderado a severos, así como
aquellos enfermos físicos portadores de cáncer o SIDA, y los que padezcan de dolor
crónico intenso.”(1)
“Por último, los niños deben quedar entre las personas que no
son responsables de sus vidas, pues, realmente, no lo son.”(1)
· “Segunda categoría: Personas con responsabilidad parcial sobre sus vidas. En esta categoría
quedan incluidos quienes padezcan las enfermedades del acápite anterior en
determinado momento de su evolución, cuando es posible mantener contacto con el
facultativo, son manejables en su medio familiar y sus síntomas actuales no son
de gravedad. Se incluyen también los retrasos mentales ligeros, los alcohólicos
no complicados y desde luego, a los adolescentes, que aunque no son enfermos al igual que los niños, requieren a
diferencia de éstos, no tutelaje, sino orientación, consejos.”(1)
· “Tercera categoría: Aquí se
incluyen a las personas con plena responsabilidad sobre sus vidas, como los que
presentan trastornos de la personalidad, enfermedades menores o no graves,
enfermedades físicas con repercusión psicológica pero con conciencia lúcida,
problemas situacionales sin síntomas de graves alteraciones del funcionamiento
psíquico; y, desde luego, los adultos sin trastornos psiquiátricos.”(1)
“Con cada
una de estas categorías se debe hacer un intervención diferente…lo fundamental,
comprobar si el sujeto puede colaborar con el cuidado de su propia vida y con
quienes le quieren ayudar a que se la cuide. Mientras menos cooperación haya, se deben extremar las precauciones pues
es más probable la realización del acto suicida, independientemente del grado
de responsabilidad que tenga sobre su vida.”(1)
BIBLIOGRAFÍA:
(1) PEREZ BARRERO, Sergio Andrés:
Psicoterapia para aprender a vivir: Prevenir el Suicidio (I) en la página web:
Psicología On Line.